Cuándo la Identidad Corporativa se convierte en Imagen

La identidad corporativa es el ser de la empresa, su esencia, su modo de existencia. Relacionarla con aquellos atributos que le confieren el carácter de unicidad y permanencia, estos atributos nos dicen poco sobre su auténtico ser.

La identidad está compuesta por 3 ejes que representan su estructura: historia de la organización –atributos permanentes-, situación actual –proyecto empresarial, atributos de la estrategia - y la cultura corporativa.

Caben destacar los hechos: misión, visión y procesos de gestión. Pues son los principales de su identidad dentro del proyecto empresarial, esto acarrea consigo otros términos vitales, valores asumidos, principios de acción y políticas de gestión.

Dentro del aspecto también es importante el término imagen. Ya que la imagen de una empresa es la síntesis de su identidad. El conocimiento y la asunción de la realidad de una empresa son imprescindibles para lograr una imagen positiva de ella. Quedan lejos ya los tiempos en los que se consideraban a la imagen como una especie de bálsamo milagroso que podía ser utilizado en beneficio de una empresa y de sus fines comerciales, sin preocuparse apenas por lo que realmente sustenta esa imagen.

Los consumidores y los mercados han desarrollado sutiles mecanismos de valoración de la apariencia empresarial y difícilmente hoy en día una empresa puede proyectar una imagen positiva si realmente no existe una identidad que básicamente la respalde. Una gestión eficaz de la imagen permite optimizar lo mejor de sus ser, de su identidad. Sin embargo, el conocimiento que tienen las empresas es escaso; incluso el que estas tienen de sí mismas es un conocimiento bastante fragmentario. Es pues necesario comenzar por el descubrimiento de la propiedad identidad para luego intentar proyectar lo mejor de ella y lograr en la mente de los públicos una imagen que mejore su posición frente a los competidores.

Por todo ello, es necesario conocer profundamente el ser de la empresa, la esencia de ésta, es decir, la identidad corporativa para poder transmitir una imagen positiva, siempre acorde a nosotros mismos, para poder crear una imagen favorable y acertada en los consumidores.

Pero ¿cómo se transforma la identidad corporativa en imagen de marca? Para responder esta pregunta primero tenemos que tener claro que son los conceptos Identidad e imagen.

La identidad visual corporativa es un sistema de signos (gráficos, cromáticas, tipográficos, etc), aunque la identidad no es solo visual sino también ambiental, objetual y, sobre todo, comportamental, es decir, cultural.

La identidad de una organización es la forma de ser y de hacer de esta, es la esencia propia y diferencial de la organización. Si es diferenciada y gestionada, llegar a formar parte de la personalidad original de la empresa, su valor diferenciador estratégico, entonces deviene en la imagen. (“La identidad y la imagen se tienen quiérase o no”)

La imagen es un resultante de la identidad organizacional, expresada en los hechos y mensajes. Crea esquemas mentales en el público, asociando valores a la marca, que el individuo empleará de manera consciente e inconsciente para sus actos de consumo y relación.

Para el público la imagen es la visión externa de la empresa. Es la traducción psicológica de su Identidad. Es un conjunto de valores de percepción y de experiencia. Para él, la imagen es la realidad.

De esta manera, la identidad es un valor especialmente cualitativo; un conjunto de datos de percepción y de experiencia: significados que el público extrae y subjetiviza, siempre en función de sus motivaciones y de sus valores. Los individuos incorporan esa imagen resultante a sus esquemas mentales y la utilizan, consciente o inconscientemente, para realizar sus actos, expresar sus opiniones y relacionarse con la empresa y los servicios. La identidad se transforma así en imagen.